“¡Adelante, Brigada Ligera!”
“¡Cargad sobre los cañones!”, dijo.
En el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.
Adelante, Brigada Ligera
Algún hombre desfallecido?
No, aunque los soldados supieran
que era un desatino.
No estaban allí para replicar
No estaban allí para razonar
No estaban sino para vencer o morir
En el valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.
zambulléndose en el humo de las baterías
cruzaron las líneas.
Cosacos y rusos
retrocedieron ante el tajo de los sables.
Hechos añicos, se dispersaron.
Entonces regresaron, pero no,
no los seiscientos.
Alfred Tennyson, poeta Inglés nos regaló estas líneas.
El valor tiene mérito propio, pero este también puede estar basado en una concepción errónea, que quizá termine en u destino fatal, entonces el valiente no será más que simple ingenuidad.
Así, como los 600 siguieron ciegamente la soberbia de Lord Kardigan hacia la muerte; hoy, nosotros somos los 600 y dando tumbos unos ciegos, otros renuentes, pero todos vamos siguiendo al ciego que camina guiándonos a tumbos.
Y como dijo el poeta:
Azotados por balas y metralla,
mientras caballo y héroe caían,
los que tan bien habían luchado
entre las fauces de la Muerte
volvieron de la boca del Infierno.
Todo lo que de ellos quedó,
lo que quedó de los seiscientos.
No te pierdas la segunda parte en: Los 400 que no existen
Publicado en Twitter por @bruno_eli el 25/03/2020
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